Conozca la diferencia entre riesgo y peligro, dos vocablos que a menudo se confunden

02/03/2021

Información del Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI)

Evaluación de riesgo

Riesgo Vs. Peligro

Peligro y riesgo son dos vocablos que a menudo se confunden. Sin embargo, es importante comprender que a pesar de parecer similares, los conceptos son diferentes.

La palabra peligro proviene del latín “pericŭlum” y se refiere a una situación en la que existe una amenaza vinculada a una circunstancia en la que puede ocurrir una adversidad o un contratiempo.

El peligro es una condición o característica propia de los agentes o situaciones que pueden causar un efecto adverso, una lesión, una enfermedad o daño en ciertas condiciones.

En este artículo trataremos los relacionados a agentes tales como los microorganismos, agentes físicos o sustancias químicas.

A modo de ejemplo, el beber agua contaminada por microorganismos o la manipulación de sustancias químicas sin usar protección personal son acciones peligrosas. 

El término riesgo, por su parte, proviene del griego “rhizikon”, que significa raíz, piedra o suelo. 

La palabra riesgo suele ser muy utilizada en contextos técnicos, con diferentes significados, que  menudo lleva a malas interpretaciones del concepto. 

La definición ampliamente aceptada de riesgo a la salud se refiere a la probabilidad de ocurrencia de un efecto adverso para la salud humana, como resultado de la exposición (contacto) a un peligro proveniente de una sustancia química, de un agente físico o biológico. 

También esta definición es aplicable al riesgo de provocar alteraciones en el ambiente. En este caso, entonces, es cuando es pertinente referirse al riesgo ambiental de una situación, elemento o sustancia.  

El riesgo, a diferencia del peligro, se relaciona con la probabilidad de que se produzca una alteración o daño cuando hay exposición a un agente peligroso. 

Existen muchos agentes peligrosos, al igual que varios tipos de peligros, y no es posible evitar que estos existan, pero sí podemos reducir el contacto para minimizar o evitar que  aparezcan riesgos.

Por ejemplo, la electricidad es muy peligrosa, pero sólo provocará un daño si tocamos los cables que transportan la corriente eléctrica. Teniendo la precaución de no tomar contacto con este elemento, eliminamos el riesgo del agente peligroso.

En el caso de las sustancias químicas, el grado de peligro lo obtenemos conociendo cuán tóxica es la sustancia, lo que resulta una característica propia de la misma. 

De esta forma, cuanto menor sea la cantidad de una sustancia capaz de provocar un efecto tóxico, mayor será su toxicidad.

Por lo tanto, para la mayoría de las sustancias químicas, agentes físicos y biológicos, existe una clara relación entre riesgo y peligro, que está dada por la siguiente ecuación:

RIESGO = f (EXPOSICIÓN X PELIGRO)

Cuando hablamos de exposición (o contacto) nos referimos a la cantidad de una sustancia, de un agente físico o biológico y a la frecuencia o período de tiempo en la que entra en contacto con una persona, grupo de individuos o el ambiente. 

De esta manera, para que exista riesgo, se necesitan tanto el peligro como la exposición. Si alguno de ellos es igual a cero, entonces no hay riesgo. 

Es así que podemos encontrarnos con diferentes niveles de riesgo: altos, moderados o bajos, según las dimensiones del peligro y de la exposición, como se muestra en la siguiente figura:


En nuestra vida diaria existen muchas situaciones de riesgo. En general, aplicamos, aún sin saberlo, medidas de protección o cuidado de manera tal que estos eventos de riesgo no ocurran.

Por ejemplo, la lavandina es una sustancia peligrosa, pero necesaria para mantener la desinfección en nuestros hogares. Podemos disfrutar del beneficio de su uso y no existirá riesgo de que sobrevenga un efecto adverso, si se usa adecuadamente como figura en las indicaciones de uso y utilizando los elementos de protección apropiados. 

Si ocurriera un uso impropio del producto, tal como su ingesta, una salpicadura en los ojos o un derrame sobre la piel, sucedería lo que llamamos exposición, y habría un riesgo de ocurrencia de un efecto adverso. 

Otro claro ejemplo de esto podría ser dejar medicamentos al alcance de los niños, que podrían ser confundidos con golosinas y ser ingeridos por los pequeños. Los medicamentos son peligrosos, pero si no estuvieran al alcance de los niños, no habría posibilidad de contacto y entonces no habría riesgo. 

 

Fuente:

ILSI Argentina


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